jueves, 26 de marzo de 2009


Continuando con el primer ciclo de difusión de la Revolución Industrial encontramos a Francia, Alemania, EE.UU., Bélgica y Suiza (teniendo en cuenta a Gran Bretaña comentada anteriormente) y me centraré en los EE.UU. Bélgica y Suiza ya que me han llamado la atención por su desarrollo industrial y su enorme diferencia en cuanto al territorio.

EE.UU.: SER GRANDE AYUDA A CRECER
Al tiempo que Gran Bretaña iniciaba su industrialización, las colonias de América del Norte se declaraban independientes (1776). A partir de entonces, tuvieron un crecimiento fabuloso, hasta llegar a convertirse en la primera potencia económica mundial a finales del siglo XIX.

De las características generales de su crecimiento se pueden destacar su población, su crecimiento económico y la expansión progresiva de su territorio mediante la compra o militarmente (proceso completado en 1848). En cuanto al primero, se puede destacar un fuerte crecimiento vegetativo, posible por la disponibilidad de tierras, una gran inmigración procedente de Europa, la importación de esclavos africanos y semiesclavos orientales. Aunque, como contrapartida, desapareció la mayor parte de población autóctona. En cuanto al segundo, la adopción de cultivos y procesos industriales europeos (en especial de la siderurgia y de los sectores punta de la Segunda Revolución Tecnológica), un nivel de vida y, por lo tanto, una capacidad de compra elevados, disponibilidad de recursos naturales y un mercado con gran capacidad de crecimiento, que estimulaba la inversión y permitía economías de escala.

Asimismo, es necesario comentar el uso despreocupado y, en algunos casos, abusivo, de los factores abundantes (tierra y materia primeras) a cambio del ahorro de factores escasos (capital y trabajo).

ETAPAS DEL CRECIMIENTO
De 1770 a 1860.
Inicialmente, es necesario destacar la diferenciación por áreas: primeramente, el norte, se basaba en la explotación granjera y en la transformación de productos primarios; el sur, en plantaciones con mano de obra esclava; y, en el centro, nos encontrábamos una ganadería extensiva.

Por otra parte, nos encontramos avances en infraestructuras logrados por la navegación a vapor, canales (canal del Eire que comunicaba la zona de los grandes lagos con el puerto de Nueva York) y el ferrocarril (construido inicialmente por empresas privadas, seguidamente, el Estado concedió territorios próximos a la red).

Cabe mencionar que la economía estadounidense, en esta época, se basaba en el algodón: pasó del 0.4% de la producción mundial en el siglo XVIII a dos terceras partes en 1860. Esto provocó una reducción de costes de la producción. Además se inventó la desmotadora mecánica (hilado mecánico) y se equilibró la balanza de pagos e la integración del mercado interior.

En esta etapa, aunque se basó en el sector primario, también se produjo una cierta industrialización gracias a la utilización de la energía hidráulica, la aparición de las piezas estándar (máquinas de fuego) y las máquinas herramienta (taladro, fresadora, etc.)

De 1860 a 1914
Se produjo una aceleración del crecimiento respecto a Europa: el PIB en 1913 era igual a la suma de tres países europeos desarrollados y la exportación de carbón, hierro y acero era alcanzó el 40% mundial. También se produjo una intensiva ocupación del oeste a causa de la fiebre del oro (Gold Rush 1950). Aunque, el crecimiento era principalmente industrial, la agricultura era extensiva, con gran aportación de tierra y capital y ahorro de trabajo. Se caracterizó por su fácil y barato acceso a la propiedad de la tierra y la especialización tanto agrícola como ganadera. Creció mucho la exportación de cereales, aumentó en número de granjas (de 2 a 6millones en la segunda mitad del siglo XIX) y su mecanización.

Por otra parte, en cuanto al sector industrial, es necesario mencionar la aportación de capital propio y europeo, los recursos mineros como el oro, la plata, el zinc, el plomo, el petróleo, el carbón-hierro y el cobre, el abaratamiento de los costes vía inversión en tecnología y la difusión de máquinas como la bomba de extracción, la máquina de escribir, de coser, el automóvil y la electricidad. El acero, el petróleo, la electricidad y el automóvil eran los sectores punta.

Finalmente, es necesario mencionar la fisonomía de las empresas. Éstas eran de gran tamaño y gran escala, concentraban casi el 50% de la población, tenían mucha autonomía y existía una fuerte tendencia a la concentración horizontal y vertical. Des del punto de vista de la organización, destacó el taylorismo (división de la producción en movimientos cortos y veloces en cadena).

Con todo ello, podemos observar que la obtención de créditos para comprar maquinaria, ampliar el mercado, etc. se convirtió en un claro agravante de la crisis financiera de 1929 (ya que a final del siglo XIX Europa adoptó medidas proteccionistas para evitar la entrada de productos americanos y rusos). Asimismo, todos los precios tendían a ir a la baja porque la productividad era elevada (se producían stocks) y existían sectores que tendían al monopolio. Por otra parte, aumentó la erosión de los suelos del centro y norte del país (tormentas de arena y actuales zonas desiertas como el cañón del colorado)

BÉLGICA Y SUIZA: SER PEQUEÑO NO ES UN PROBLEMA

Bélgica

En 1913 Bélgica y Suiza eran los primeros exportadores mundiales en términos por cápita. Ambas agriculturas eran comparativamente prósperas y se encontraban en importantes cruces de caminos en la zona continental de más rápida industrialización. Por esta razón, sus economías dependían básicamente del comercio exterior y la innovación técnica. Disponían además de factores de producción baratos. En cuanto a Bélgica, el capital provino de la protoindustrialización y de la inversión holandesa; en cambio, Suiza se benefició de la importación de los soldados mercenarios y del ahorro que representaba la escasa presión fiscal.

Primeramente, Bélgica fue un fiel seguidor de la industrialización británica, hecho posible gracias a la abundancia de carbón y hierro que permitió un importante uso de la máquina de vapor en la industria textil que, a su vez, impulsó el desarrollo de la siderurgia. La mecanización del textil pasó del algodón al lino: en el siglo XIX, su exportación sólo era superada por la de acero y maquinaria ferroviaria. Por otra parte, también jugó un papel muy importante las acertadas decisiones del gobierno. Aún así, se vio fuertemente afectada por la crisis de 1873, pero la adopción del procedimiento Gilchrist-Thomas reanimó la producción del acero. De esta manera, a finales de siglo, Bélgica exportaba la mitad de su producción y el acero era el principal producto exportado.

Actualmente, Bélgica se caracteriza por ser uno de los miembros fundadores de la Unión Europea cuyas instituciones principales son hospedadas por el país, así como muchas otras organizaciones internacionales, como la OTAN.



En cuanto a Suiza, se caracterizó por la escasez de materias primas. Por esta razón, su industrialización se lleva a cabo sin siderurgia. Se basó en la transformación de la protoindustrialización en productos como los relojes, los tejidos de seda y los bordados. Todos ellos productos poco voluminosos, caros y con gran valor añadido ya que requieren habilidades específicas y una fuerte especialización. Por estas razones, en Suiza se inició su modernización en la gestión y comercialización antes que en la producción.

También se introdujo nueva maquinaria como el telar Jacquard (1815) y nuevas técnicas como el hilado del algodón: la mecanización se produjo utilizando la energía hidráulica, que provocaba una dispersión en fábricas pequeñas, de manera que la concentración empresarial era mayor que la fabril.

A pesar de la falta de siderurgia, la demanda de maquinaria textil provocó la aparición de fabricantes, que se fueron trasladando su producción hacia la máquina de vapor que fue posible gracias a las escuelas politécnicas.

En referencia a su producción, los relojes tuvieron su paso decisivo en la adopción de maquinas herramienta y la producción de piezas estándar, hecho que provocó una bajada de su precio. Su producción alcanzo los 7,3 millones en 1901. En ese momento, se distinguió entre relojes de lujo y, por otra parte, relojes más baratos. La electricidad, producida gracias a su terreno montañoso, aportó el desarrollo de la industria química y múltiples sectores como: los tintes, productos farmacéuticos y la transformación de alimentos.

Por todos estos motivos, cabe destacar que el tamaño de Suiza se configuró como una ventaja ya que figuró entre los primeros exportadores a nivel mundial en términos por capita, facilitó la especialización y la forzó al comercio exterior, hecho que acabó siendo muy beneficioso. Así, podemos observar que, actualmente, es uno de los países más desarrollados y especializados en los productos punta de esta época y que representa un importante ahorro por la escasa presión fiscal como ya se producía en esta época.

Suiza

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