SURGIMIENTO DE UNA ECONOMÍA INTERNACIONAL
Una vez superado el cuello de botella del transporte, el aumento de los intercambios comerciales superó el aumento de la producción: mientras que el PIB mundial era de 2,5% anual, el comercio internacional incrementó entorno al 4%. La gran emigración europea significa el mayor movimiento de población de toda la historia de la humanidad. En conjunto, la integración de los mercados comporta la extensión del capitalismo a nivel mundial y el dominio del mundo por parte de los países capitalistas. Este proceso tuvo como resultado un aumento del valor añadido a los bienes industriales y la liquidación de las manufacturas tradicionales.
El crecimiento del comercio es consecuencia y factor del desarrollo técnico y económico que representa la Revolución Industrial. Consecuencia porque el desarrollo provoca la especialización, tanto sectorial como personal y geográfica, y porque en una economía especializada es necesario el intercambio. Además, capas importantes de la sociedad disponen de rentas más elevadas y los precios de los productos más bajos. Por otra parte, la industrialización pone a disposición del comercio medios de transporte más baratos y eficaces, que amplían las áreas de mercado. También permite una mejor asignación de los recursos económicos y facilita la creación de economías de escala.
Se pueden distinguir cuatro etapas según la difusión de la industrialización y la política económica impuesta por los diversos gobiernos. Primeramente, de 1815 a 1847, se produjo una expansión moderada, debido a la recuperación de la etapa de guerras y a la difusión de productos y maquinaria de la Revolución Industrial, incluyendo las mejoras en transportes, y una política económica proteccionista, siguiendo la tradición mercantilista.
Seguidamente, entre 1847 y 1868, se produjo un crecimiento superior al 5% anual a causa de la demanda de materias primas industriales y a la oferta de productos manufacturados. También influyó la división internacional del trabajo, la construcción de líneas ferroviarias y la disponibilidad de moneda. Este impulso comercial se vio favorecido por la adopción del librecambio en Gran Bretaña. Aunque el momento álgido se produjo en 1860 con el tratado de Cobden-Chevalier en Francia y Gran Bretaña y la nombrada cláusula de nación más favorecida, por la cual un país concedía a otro una rebaja automática de los aranceles pactados si un tercero obtenía una tarifa más baja (afectaba a toda Europa, excepto Rusia y los Balcanes). La imposición del librecambio no fue fácil ya que existía una fuerte resistencia de los grupos favorecidos por el proteccionismo, además se perdía el derecho de aduanas
En tercer lugar, de 1868 a 1896, se produjo una tasa de crecimiento más baja a causa de la maduración de las industrias tradicionales, el fin del impulso del ferrocarril, las dificultades de los países monoexportadores primarios a causa de la entrada de grano procedente de ultramar, la depresión económica (iniciada con la caída de la bolsa de Viena el 1873 que contagió el resto de bolsas ya que las numerosas inversiones en el ferrocarril no eran siempre rentables) y el retorno a la política proteccionista. Para salir de la crisis se intentó la defensa de la producción y el progreso técnico. Este proteccionismo afectaba a la producción agraria y industrial y era, también, mucho más selectivo (tanto por los productos a los que afectaba como por el favoritismo a ciertos países mediante tratados bilaterales). Se llegó a nombrar nacionalismo económico.
Al mismo tiempo, las grandes empresas se organizaban a escala internacional (mediante filiares) con la finalidad de salvar los obstáculos que representaba esta situación y para mantener los beneficios. Las empresas fundadas por Nobel (dinamita) o las de sosa Solvay son un claro ejemplo.
La cuarta fase se puede distinguir a partir de 1896. En cuanto a Europa, en esta etapa se observa una recuperación del crecimiento del comercio internacional, gracias a la recuperación de las rentas agrarias y la difusión de nuevos productos de la Segunda Revolución Tecnológica. También es necesario mencionar el buen funcionamiento del sistema de pagos internacional, la mejora en las comunicaciones (telégrafo), y la expansión colonial. En estas condiciones, aunque las políticas económicas se mantenían proteccionistas, no significaron un obstáculo para los intercambios comerciales. En referencia a EE.UU. inicialmente, mantuvo una política fuertemente proteccionista, hasta 1833; una cierta obertura hasta 1861; seguida de un proteccionismo hasta la Primera Guerra Mundial, momento en el cual forzó la obertura de Japón (con unos aranceles máximos del 5%) mientras que los propios EE.UU. tenían el suyo alrededor del 20%.
Una vez superado el cuello de botella del transporte, el aumento de los intercambios comerciales superó el aumento de la producción: mientras que el PIB mundial era de 2,5% anual, el comercio internacional incrementó entorno al 4%. La gran emigración europea significa el mayor movimiento de población de toda la historia de la humanidad. En conjunto, la integración de los mercados comporta la extensión del capitalismo a nivel mundial y el dominio del mundo por parte de los países capitalistas. Este proceso tuvo como resultado un aumento del valor añadido a los bienes industriales y la liquidación de las manufacturas tradicionales.
El crecimiento del comercio es consecuencia y factor del desarrollo técnico y económico que representa la Revolución Industrial. Consecuencia porque el desarrollo provoca la especialización, tanto sectorial como personal y geográfica, y porque en una economía especializada es necesario el intercambio. Además, capas importantes de la sociedad disponen de rentas más elevadas y los precios de los productos más bajos. Por otra parte, la industrialización pone a disposición del comercio medios de transporte más baratos y eficaces, que amplían las áreas de mercado. También permite una mejor asignación de los recursos económicos y facilita la creación de economías de escala.
Se pueden distinguir cuatro etapas según la difusión de la industrialización y la política económica impuesta por los diversos gobiernos. Primeramente, de 1815 a 1847, se produjo una expansión moderada, debido a la recuperación de la etapa de guerras y a la difusión de productos y maquinaria de la Revolución Industrial, incluyendo las mejoras en transportes, y una política económica proteccionista, siguiendo la tradición mercantilista.
Seguidamente, entre 1847 y 1868, se produjo un crecimiento superior al 5% anual a causa de la demanda de materias primas industriales y a la oferta de productos manufacturados. También influyó la división internacional del trabajo, la construcción de líneas ferroviarias y la disponibilidad de moneda. Este impulso comercial se vio favorecido por la adopción del librecambio en Gran Bretaña. Aunque el momento álgido se produjo en 1860 con el tratado de Cobden-Chevalier en Francia y Gran Bretaña y la nombrada cláusula de nación más favorecida, por la cual un país concedía a otro una rebaja automática de los aranceles pactados si un tercero obtenía una tarifa más baja (afectaba a toda Europa, excepto Rusia y los Balcanes). La imposición del librecambio no fue fácil ya que existía una fuerte resistencia de los grupos favorecidos por el proteccionismo, además se perdía el derecho de aduanas
En tercer lugar, de 1868 a 1896, se produjo una tasa de crecimiento más baja a causa de la maduración de las industrias tradicionales, el fin del impulso del ferrocarril, las dificultades de los países monoexportadores primarios a causa de la entrada de grano procedente de ultramar, la depresión económica (iniciada con la caída de la bolsa de Viena el 1873 que contagió el resto de bolsas ya que las numerosas inversiones en el ferrocarril no eran siempre rentables) y el retorno a la política proteccionista. Para salir de la crisis se intentó la defensa de la producción y el progreso técnico. Este proteccionismo afectaba a la producción agraria y industrial y era, también, mucho más selectivo (tanto por los productos a los que afectaba como por el favoritismo a ciertos países mediante tratados bilaterales). Se llegó a nombrar nacionalismo económico.
Al mismo tiempo, las grandes empresas se organizaban a escala internacional (mediante filiares) con la finalidad de salvar los obstáculos que representaba esta situación y para mantener los beneficios. Las empresas fundadas por Nobel (dinamita) o las de sosa Solvay son un claro ejemplo.
La cuarta fase se puede distinguir a partir de 1896. En cuanto a Europa, en esta etapa se observa una recuperación del crecimiento del comercio internacional, gracias a la recuperación de las rentas agrarias y la difusión de nuevos productos de la Segunda Revolución Tecnológica. También es necesario mencionar el buen funcionamiento del sistema de pagos internacional, la mejora en las comunicaciones (telégrafo), y la expansión colonial. En estas condiciones, aunque las políticas económicas se mantenían proteccionistas, no significaron un obstáculo para los intercambios comerciales. En referencia a EE.UU. inicialmente, mantuvo una política fuertemente proteccionista, hasta 1833; una cierta obertura hasta 1861; seguida de un proteccionismo hasta la Primera Guerra Mundial, momento en el cual forzó la obertura de Japón (con unos aranceles máximos del 5%) mientras que los propios EE.UU. tenían el suyo alrededor del 20%.

MOVIMIENTO DE LA POBLACIÓN A CAUSA DEL AUMENTO DEL COMERCIO INTERNACIONAL
En esta época se produjo, como ya hemos explicado, un aumento de las transacciones comerciales internacionales. Esto conllevó al traslado de un enorme número de personas (44 millones), proceso acelerado a finales del siglo XIX.
Las principales zonas de origen eran: Reino Unido (36%), Italia (18%) y Alemania, Áutria-Hungría y la Península Ibérica (10%). En cambio, los principales destino eran: EE.UU. (60%) y Argentina, Canadá y Nueva Zelanda (10%). Por otra parte, también se produjo una emigración africana forzada, a pesar de la prohibición del comercio de esclavos. Éstos estaban destinados, principalmente, a EE.UU. y la colonias Españolas (Caribe y Puerto Rico) y Brasil. Finalmente, es necesario destacar la importante emigración asiática, especialmente chino, indios y japoneses, hacia los países del Índico y el Pacífico, aunque también hacia el Caribe y Brasil.
CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN
Las causas pudieron ser: políticas, procesos de nacionalización, formación de nuevos estados; religiosas, corrientes protestantes (especialmente Gran Bretaña), la marcha judía (centro y este de Europa); y económicas, desempleo agrario e industrial y bajos niveles de salario y de vida en los países de origen y acceso a la propiedad de la tierra y mejora en transportes y comunicaciones favorable a los países de destino.
CONSECUENCIAS DE LA EMIGRACIÓN
Existieron dos tipos de consecuencias: sociales, como la menor presión demográfica y la rotura de los lazos familiares y comunitarios, cosa que provocó que los EE.UU. sean actualmente unos de los países con más “clubs” y asociaciones sociales del mundo; y económicas, es decir, aumento de la inversión de capitales en los países de destino, aumento de los salarios por cápita de los países de origen, ante el hecho de haber menos mano de obra joven y cualificada; en cambio, los salarios no especializados en origen se estancaron. Esto causó quejas y revueltas contras los últimos llegados y los grupos étnicos, que estaban dispuestos a trabajar con sueldos más bajos, que acabaron con la prohibición de la emigración sobretodo asiática, tanto en los EE.UU. cono en Australia (incluso en Australia los chinos estuvieron apartados de la búsqueda de oro mediante un fuerte impuesto discriminatorio).
Dentro de este punto, también es necesario mencionar la situación de las mujeres. Muchas mujeres británicas emigraron de su país a causa de la escasa protección hacia su persona: estaban sometidas al padre o marido, no podían heredar a menos que fuera un legado específico, etc. Por estas razones, muchas vieron en la emigración una solución óptima para su situación.
En esta época se produjo, como ya hemos explicado, un aumento de las transacciones comerciales internacionales. Esto conllevó al traslado de un enorme número de personas (44 millones), proceso acelerado a finales del siglo XIX.
Las principales zonas de origen eran: Reino Unido (36%), Italia (18%) y Alemania, Áutria-Hungría y la Península Ibérica (10%). En cambio, los principales destino eran: EE.UU. (60%) y Argentina, Canadá y Nueva Zelanda (10%). Por otra parte, también se produjo una emigración africana forzada, a pesar de la prohibición del comercio de esclavos. Éstos estaban destinados, principalmente, a EE.UU. y la colonias Españolas (Caribe y Puerto Rico) y Brasil. Finalmente, es necesario destacar la importante emigración asiática, especialmente chino, indios y japoneses, hacia los países del Índico y el Pacífico, aunque también hacia el Caribe y Brasil.
CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN
Las causas pudieron ser: políticas, procesos de nacionalización, formación de nuevos estados; religiosas, corrientes protestantes (especialmente Gran Bretaña), la marcha judía (centro y este de Europa); y económicas, desempleo agrario e industrial y bajos niveles de salario y de vida en los países de origen y acceso a la propiedad de la tierra y mejora en transportes y comunicaciones favorable a los países de destino.
CONSECUENCIAS DE LA EMIGRACIÓN
Existieron dos tipos de consecuencias: sociales, como la menor presión demográfica y la rotura de los lazos familiares y comunitarios, cosa que provocó que los EE.UU. sean actualmente unos de los países con más “clubs” y asociaciones sociales del mundo; y económicas, es decir, aumento de la inversión de capitales en los países de destino, aumento de los salarios por cápita de los países de origen, ante el hecho de haber menos mano de obra joven y cualificada; en cambio, los salarios no especializados en origen se estancaron. Esto causó quejas y revueltas contras los últimos llegados y los grupos étnicos, que estaban dispuestos a trabajar con sueldos más bajos, que acabaron con la prohibición de la emigración sobretodo asiática, tanto en los EE.UU. cono en Australia (incluso en Australia los chinos estuvieron apartados de la búsqueda de oro mediante un fuerte impuesto discriminatorio).
Dentro de este punto, también es necesario mencionar la situación de las mujeres. Muchas mujeres británicas emigraron de su país a causa de la escasa protección hacia su persona: estaban sometidas al padre o marido, no podían heredar a menos que fuera un legado específico, etc. Por estas razones, muchas vieron en la emigración una solución óptima para su situación.
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